Nueva York, 11/S. Aniversario 20

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Para que algo sea escuchado, a veces debe ser dicho dos veces

En El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx dice que los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen dos veces, una como tragedia y la otra como farsa. Según lo anterior, declarar algo una sola vez no es suficiente: se necesita repetirlo para hacer que se escuche. Como si lo dicho la primera vez no alcanzara a expresar lo que se quería decir. De ahí la necesidad de una reformulación: para remarcar lo que la primera vez fue sólo perfilado, debe reiterarse de un modo distinto. Sólo entonces será audible.

En el caso de los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York, varias cosas acontecieron dos veces. Pero ahí no hubo farsa, como suponía Marx. Sólo tragedia.

Torres Gemelas

EduRed (resumen)

En 245 años de existencia, Estados Unidos ha sido atacado en su territorio en dos ocasiones: 1812 y 2001. Se trata de dos acontecimientos separados por casi dos siglos.  (La comparación del 11/S con el ataque a Pearl Harbor no es adecuada porque en  1941 Japón atacó bases militares de una colonia norteamericana, Hawai.)

Uno de los más acuciosos y amplios resúmenes de lo sucedido aquel 11 de septiembre del 2001 fue publicado (qué ironía) en Cuba por el Diario Juventud Rebelde, el 15 de septiembre del 2001:

A continuación, una breve relación de los principales hechos, contrapunteada con testimonios videográficos:

A la orden del arquitecto Minoru Yamasaki, la primera piedra de las Torres Gemelas del Centro Mundial de Comercio de Nueva York fue colocada el 5 de agosto de 1966. Para su construcción fueron removidas 1.2 millones de yardas cúbicas. Con 110 niveles, la torre sur alcanzaría una altura de 1,362 pies (415 metros), y la torre norte –con el mismo número de niveles– se alzaría 1368 pies (417 metros  que se convertían en 526 metros sumando la antena). El fotógrafo Hideaki Sato dejó un testimonio invaluable de este proceso en su Requiem World Trade Center (Tokyo, ICG Muse, Inc. 2001).

Las Torres Gemelas fueron diseñadas para resistir el impacto de un Boeing 707

Como no podía ser de otra manera, la edificación estuvo marcada por la polémica. El 2 de mayo de 1968 el New York Times publicó una inserción del llamado Committee for a Reasonable World Trade Center titulada “The Mountain comes to Manhattan”, que advertía del peligro que las torres gemelas representarían para el tráfico aéreo.

A pesar de que el promotor del comité era Lawrence Wien, copropietario del Empire State Building (que dejaría de ser el edificio más alto del mundo), lo que la inserción en el NYT advertía tenía fundamento: el 20 de febrero de 1981 un Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas estuvo a 90 segundos de impactar contra la torre norte. [archive.nytimes.com]

El principal ingeniero estructural del WTC había calculado un posible impacto de un avión de esas características, el más grande de aquel entonces. (Para que algo sea escuchado, a veces debe ser dicho dos veces.) La imagen que lo ilustraba resultaría a la postre inquietante. 

8:46:30 AM primer impacto

Aquella mañana del 11 de septiembre del 2001,  el primer impacto (vuelo 11 de American Airlines) ocurrió a las 8:46:30 AM. A una velocidad estimada en 795 km. por hora y cargada con 38,000 litros de combustible, la aeronave colisionó abarcando los pisos 93 a 99 de la torre norte que ardería 1 hora y 42 minutos, para colapsar a las 10:28:25

9:02:59 AM segundo impacto

El segundo impacto (vuelo 175 de United Airlines) tuvo lugar a las 9:02:59. Los pisos 77 a 85 de la torre sur fueron afectados por un avión que portaba 40,000 litros de combustible y volaba a 943 km. por hora. El rascacielos ardería 56 minutos hasta derrumbarse a las 9:59:02.

La torre sur, a pesar de haber sido atacada 17 minutos más tarde que la norte, fue la primera en derrumbarse por la velocidad a la que se impactó el Boeing 767 y por la altura de la colisión (lo que se tradujo en 46 minutos de diferencia en la colapsante fatiga de los materiales de ambas torres).

Para que algo sea escuchado, a veces debe ser dicho dos veces

The Falling Man

Richard Drew, fotógrafo de AP, captó un suicidio en curso:

En 2006, la cadena de televisión británica Channel 4 emitió 9/11: The Falling Man , un reportaje cuya tesis giraba en torno a la fotografía del reportero de Associated Press.

El 11/S visto desde el espacio

Una sola estela de condensación era visible desde el espacio: la del Air Force 1 que llevaba al presidente Bush

En 2014, el astronauta habló sobre la experiencia vivida aquel 11/s del 2001

Construidas durante 7 años, las Torres Gemelas colapsaron en 22 segundos

Las torres ardieron un tiempo total de 2 horas y 37 minutos. Se estima que ambas albergaban 200,000 toneladas de acero, 325,000 m³ de hormigón, 4.800 kilómetros de conexiones eléctricas, 55,000 m² de superficie acristalada, correspondiente a 43,600 ventanas, 208 ascensores (que avanzaban a 487 metros por minuto) y 71 escaleras automáticas. El prodigio arquitectónico que llevó 10 años planear y 7 construir, se colapsó en 22 segundos, 11 por cada torre.

Estados Unidos es un estado terrorista (Noam Chomsky)

El ataque fue calificado con el término “terrorista” por la administración de George W. Bush. Dos días después del atentado, Noam Chomsky declaraba que si las potencias occidentales sometieran sus políticas militares a la definición de terrorismo que figura en sus documentos oficiales, sería inevitable concluir que Estados Unidos es un estado terrorista lo mismo que sus socios:

“Un acto de terrorismo es cualquier actividad que (A) signifique un acto violento o un acto peligroso para la vida humana que viole las leyes criminales de cualquier estado y (B) parezca pretender (i) intimidar o coaccionar a la población civil; (ii) influenciar la política de un gobierno por intimidación o coacción; o (iii) afecte la conducta de un gobierno por asesinato o secuestro” (United States Code Congressional and Administrative News, 98th Congress, Second Session, 1984, 19 de octubre, vol. 2, párrafo 3077, 98 STAT.2707 [West Publishing Co, 1984] ). [1]

Sin embargo, toda operación emprendida por una potencia militar occidental preferiría matizarse –en términos de Michael Stohl– con la denominación “diplomacia coercitiva”. [2]

Un claro ejemplo es lo sucedido en 1986. Una condena de la Corte Internacional de Justicia por un ilegal uso de la fuerza militar contra Nicaragua fue desestimada por EU. [CARTA DIRIGIDA AL PRESIDENTE DEL CONSEJO DE SEGURIDAD POR EL REPRESENTANTE PERMANENTE DE NICARAGUA ANTE LAS NACIONES UNIDAS]

En contraste, cuando el 19 de abril de 1995 aconteció el ataque explosivo perpetrado por Timothy McVeigh y Terry Nichols vulnerando un edificio federal en Oklahoma también se habló de un ataque de índole terrorista. Algunos titulares periodísticos de ese día afirmaban que Oklahoma parecía Beirut. Irónico, Noam Chomsky dice en la entrevista antecitada: nadie señaló que Beirut también parecía Beirut.

Para Chomsky, en EU “terrorismo” significa “terrorismo dirigido contra nosotros y nuestros amigos”. [3] Lo acontecido en Sudán, o en Afganistán (con los bombardeos iniciados el 7 de octubre del 2001, que causaron la muerte de miles de inocentes), o en Irak (medio millón de niños muertos a raíz de las sanciones comerciales impuestas por Reagan, sin contar las muertes de civiles por la guerra iniciada en marzo 20 del 2003 ya en la administración Bush), millón y medio de muertos en Sudáfrica con apoyo o complacencia de los EU, e innumerables “daños colaterales” sucedidos hasta la ejecución de Bin Laden el 2 de mayo del 2011, son para Chomsky simple y llanamente actos terroristas del gobierno norteamericano: “La matanza gratuita de civiles inocentes es terrorismo. No guerra contra el terrorismo”.[4]

De terroristas a lugartenientes de la libertad

Es claro que el término terrorismo concita el más unánime de los rechazos. No obstante, debe revisarse de modo crítico quién emplea la palabra, en qué contexto y con qué intenciones. El uso propagandístico de esa categoría debe mover a sospecha porque siempre esconde razones inconfesables. Chomsky piensa que –en boca de autoridades de los Estados Unidos– el calificativo se usa para definir actos cometidos por enemigos que atacan intereses de EU o de sus aliados. No se olvide, dice, que  hasta los nazis condenaban el terrorismo para practicar lo que llamaban “contraterrorismo” al combatir a los partisanos. Después de la segunda guerra, oficiales de la Wehrmacht dieron pormenores de los manuales que los regían, dando origen a los protocolos de contrainsurgencia que EU ha adoptado y propalado entre los estados que le son afines.  [5]

Así, dependiendo de los vientos políticos, un grupo puede ser calificado de terrorista o de lugarteniente de la libertad de acuerdo a los intereses que en ese momento imperen. El Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK) fue alternadamente clasificado  por Estados Unidos como terrorista (1998) o –en cuanto Milosevic dejó de ser pertinente como actor político–, como una organización en lucha por la libertad (1999); para volver a la clasificación primera una vez terminada la guerra cuando ya se trataba de proteger los intereses de EU en Macedonia. Esta política acomodaticia había sido anunciada con todas las letras por la administración Clinton a las Naciones Unidas en 1993: EU actuaría multilateral o unilateralmente de acuerdo a cada circunstancia particular:

The United States would act alone to protect its national interests or rely on collective security mechanisms such as the UN. […] Strict reliance on unilateralism or multilateralism was rejected; instead, the United States would decide how to achieve its goals on a case-by-case basis. As Christopher noted, the question of unilateralism or multilateralism “creates a false polarity. It is not an either-or proposition.

Assessing Clinton ’s Foreign Policy at Midterm

            Chomsky compara las consecuencias del 11 de septiembre con las que tuvo el bombardeo con 14 misiles crucero de la planta farmacéutica de Al-Shifa (Sudán) ordenado por Clinton el 20 de agosto de 1988. Hablamos de un país donde  la malaria y la tuberculosis eran endémicas, con muy poca tierra cultivable, un índice alarmante de mortalidad, industria exigua y deuda asfixiante, sin agua potable, diezmado en aquel entonces por el sida y por una guerra civil entre el gobierno fundamentalista islámico y la minoría cristiana del sur que [había] dejado millón y medio de muertos en 7 años. Apoyado en información equivocada, Clinton concluyó que –con financiamiento de Bin Laden, a quien se le atribuían los ataques a las embajadas de EU en Nairobi (Kenia) y Dar es-Salam (Tanzania) acontecidos 13 días antes–, en esa planta se producía EMTA, elemento esencial para la fabricación del gas nervioso VX. En realidad, esa planta “producía fármacos para más de 100,000 pacientes por un valor de alrededor de una libra británica al mes […] Su especialidad eran los fármacos capaces de matar a los parásitos que pasan de las manadas a los pastores, una de las principales causas de mortalidad infantil” [James Astill, The Guardian, 2 de octubre de 2001.]

 

El error que impidió prevenir el ataque del 11/S

Entre el ataque a las dos embajadas norteamericanas en África oriental (7 de agosto) y el bombardeo a la farmacéutica de Al-Shifa  (20 de agosto) fueron detenidos en Sudán dos presuntos participantes de los ataques a las sedes diplomáticas de Tanzania y Kenia. vinculados a Bin Laden y Al Qaeda. La Secretaria de Estado Madeleine Albright rechazó el ofrecimiento de colaboración, cometiendo –en opinión de un veterano de la CIA entrevistado por The Observer– uno de los clamorosos errores que quizá impidieron prevenir los ataques del 11 de septiembre:
“This represents the worst single intelligence failure in this whole terrible business. It is the key to the whole thing right now. It is reasonable to say that had we had this data we may have had a better chance of preventing the attacks”
Esta información sería amplificada por The Guardian:
The Observer has obtained a copy of a personal memo sent from Sudan to Louis Freeh, former director of the FBI, after the murderous 1998 attacks on American embassies in Kenya and Tanzania. It announces the arrest of two named bin Laden operatives held the day after the bombings after they crossed the Sudanese border from Kenya. They had cited the manager of a Khartoum leather factory owned by bin Laden as a reference for their visas, and were held after they tried to rent a flat overlooking in the US embassy in Khartoum, where they were thought to be planning an attack. US sources have confirmed that the FBI wished to arrange their immediate extradition. However, Clinton’s Secretary of State, Madeleine Albright, forbade it. She had classed Sudan as a ‘terrorist state,’ and three days later US missiles blasted the al-Shifa medicine factory in Khartoum. The US wrongly claimed it was owned by bin Laden and making chemical weapons. In fact, it supplied 60 per cent of Sudan’s medicines, and had contracts to make vaccines with the UN. Even then, Sudan held the suspects for a further three weeks, hoping the US would both perform their extradition and take up the offer to examine their bin Laden database. Finally, the two men were deported to Pakistan.

David Rose. The Observer, 30 de septiembre de 2001.

“El país pendía de un hilo y acabamos de cortarlo”

El 16 de septiembre del 2001, The New York Times informó que la administración Bush exigió  a Pakistán suspender la asistencia alimentaria a Afganistán. bloqueando la transportación de alimentos a la población civil afgana y sellando los 2200 km. de frontera. (John Burns, The New York Times, 16 de septiembre de 2001.)

“El país pendía de un hilo y acabamos de cortarlo”, escribió un periodista destacado en la zona (V.: John Sifton, The New York Times Magazine, 30 de septiembre de 2001.) Es decir, “Washington intervino al instante para garantizar la muerte y el sufrimiento de una inmensa cantidad de afganos, millones de ellos ya al borde de la inanición”. [6]

¿Justicia infinita?

El 7 de octubre del 2001, la administración Bush inició el ataque contra Afganistán. En uno de los más agudos análisis de aquellos días, Arundhati Roy hacía notar la terrible ironía de que la operación militar estadounidense fuera llamada “Justicia Infinita” cuando uno de sus inmediatos efectos daba a  escoger la muerte por inanición o por asesinato:

The sophistry and fastidious algebra of infinite justice. How many dead Iraqis will it take to make the world a better place? How many dead Afghans for every dead American? How many dead women and children for every dead man? How many dead mojahedin for each dead investment banker? 

The UN estimates that there are eight million Afghan citizens who need emergency aid. As supplies run out – food and aid agencies have been asked to leave – the BBC reports that one of the worst humanitarian disasters of recent times has begun to unfold. Witness the infinite justice of the new century. Civilians starving to death while they’re waiting to be killed. […] Terrorism is the symptom, not the disease.

Arundhati Roy.The Guardian, 29 de septiembre del 2001.

 

Si por “terrorismo” se entiende «Uso premeditado de la violencia o amenaza de violencia para lograr objetivos de naturaleza política, religiosa o ideológica. Se comete a través de la intimidación, la coacción o infundiendo miedo», según definición que obra en documentos oficiales de Estados Unidos, no puede olvidarse a las víctimas del terrorismo estadounidense:

The millions killed in Korea, Vietnam and Cambodia, the 17,500 killed when Israel – backed by the US – invaded Lebanon in 1982, the 200,000 Iraqis killed in Operation Desert Storm, the thousands of Palestinians who have died fighting Israel’s occupation of the West Bank. And the millions who died, in Yugoslavia, Somalia, Haiti, Chile, Nicaragua, El Salvador, the Dominican Republic, Panama, at the hands of all the terrorists, dictators and genocidists whom the American government supported, trained, bankrolled and supplied with arms. And this is far from being a comprehensive list.

Arundhati Roy.  The Guardian, 29 de septiembre del 2001.

El sintagma “Justicia infinita” sería relevado por el de “Libertad duradera”, para no herir la sensibilidad de los musulmanes.

 

 Junto al de “terrorismo”, otro término equívoco en términos políticos es el de “comunidad internacional”: “cuando los Estados occidentales y los intelectuales utilizan el término «comunidad internacional», se refieren a ellos mismos”, dice Chomsky. [7] Lo mismo sucede cuando se utilizan sintagmas de moda para explicar lo sucedido el 11 de septiembre, como es el caso de la expresión “choque de civilizaciones”. [8] “Revisemos brevemente cierta historia conocida. El Estado islámico más poblado es Indonesia, favorito de Estados Unidos desde que Suharto tomó el poder en 1965. En los años ochenta, Estados Unidos y Reino Unido dieron también fuerte apoyo a su amigo y aliado Sadam Hussein —sin duda más secular, pero alineado en el lado islámico del «choque»—, justo durante el periodo en que cometió sus peores atrocidades, incluida la utilización de gases letales contra los kurdos y otras más”, recuerda Chomsky. [9]

EU  “también en los años ochenta, libró una importante guerra en América Central, que dejó unos doscientos mil cadáveres torturados y mutilados, millones de huérfanos y refugiados, cuatro países devastados. Uno de los principales blancos del ataque de Estados Unidos fue la Iglesia Católica, que había  cometido el imperdonable pecado de adoptar la «opción preferencial por los pobres».[10]

Terroristas entrenados… por la CIA

En relación a los ataques del 11 de septiembre, “parece haber pocas dudas de que los autores han salido de la red terrorista, cuyas raíces están en ejércitos mercenarios organizados, entrenados y armados por la CIA, Egipto, Pakistán, los servicios de inteligencia franceses, los fondos de Arabia Saudí y otros. [Sin embargo] Estados Unidos apoyó actos terroristas mucho peores, por ejemplo, la invasión israelí a Líbano que causó dieciocho mil muertos civiles libaneses y palestinos. […] En los años noventa, Estados Unidos proporcionó a Turquía el ochenta por ciento de las armas para la campaña contra-insurgente que combatía a los kurdos en la región sudeste, donde mataron a decenas de miles de civiles y arrancaron de sus hogares a dos o tres millones de habitantes, dejando tres mil quinientos pueblos destruidos (siete veces más que en Kosovo, bajo las bombas de la OTAN), después de haber cometido toda clase de atrocidades imaginables. El flujo de armas aumentó notablemente en 1984, cuando Turquía lanzó el ataque terrorista. Y no empezó a decrecer a los niveles anteriores hasta 1999, cuando las atrocidades hubieron logrado su objetivo”. [11]

Transcurridos 17 años de conflicto, la BBC difundió un video que refleja el punto de vista de militares norteamericanos destacados en la zona. Todos coinciden que la victoria estaba muy lejos de ser conseguida. Hacia el final, un oficial estadounidense declara que no sabe cómo será la victoria pero que tiene muy claro que la derrota es inaceptable. Tres años después, la derrota tiene ya un contorno muy definido.

Alfonso Herrera

NOTAS

 

[1] V. Entrevista concedida a “Il Manifiesto”, 19 de septiembre del 2001, en: Noam Chomsky. 11 de septiembre, Edición digital Titivillus, e Pub base r1.2, 2001.

[2] Alexander L. George, Western State Terrorism, Cambridge, Polity Press, 1991.

[3]  Noam Chomsky. 11 de septiembre, op. cit.

[4] Ibídem

[5] Michael McClintock, Intruments of Statecraft [1992], Pantheon Books / Random House, New York, 1992.

[6] Noam Chomsky. 11 de septiembre, op. cit.

[7] Ibídem

[8] Esta expresión de Samuel P. Huntington apareció en la revista Foreign Affairs en 1993 y dio origen al libro de 1996 que lleva el mismo título.

[9] Noam Chomsky. 11 de septiembre, op. cit.

[10] Ibídem

[11] Ibídem

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