Estudios religiosos

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La necesidad de lo metafísico es inherente a lo humano. El furor creyente atañe a todos por igual: científicos, ateos, religiosos, agnósticos… el matiz no está en dilucidar si se cree o no, sino en quién o en qué. Aún los incrédulos apoyan la convicción de sus reticencias o de sus certezas  en una creencia alterna, pues si no se cree (en) algo es porque se cree (en) otra cosa (no es lo mismo creer que Dios no existe –por ejemplo– que no creer en él).

De lo que se deriva que la innegable y creciente secularización no implica la desacralización del mundo, pues lo profano es aquello que –para cada uno– marca el afuera de sus márgenes sacros. Por otro lado, nunca se insistirá lo suficiente en que lo irreligioso es una variante que la libertad de culto también protege.

La religión (entendida como religazón y como relectura) implica que algo debe volverse a ligar o a leer, incesantemente. Y lo que no se resuelve de una vez y para siempre requiere de una reflexión crítica permanente. Toda forma inquisitorial de fanatismo o integrismo hace de lo religioso un vehículo reideologizador que –al amparo de lo trascendente– deriva en dispositivos de salvación. Pero las religiones, no lo olvidemos, son inmanentes; por tanto, inteligibles.

La sección de Estudios Religiosos de Fractal promueve el diálogo entre las diferentes religiones: las monoteístas y las ateístas (budismo, confucianismo, taoísmo). En una perspectiva intercultural y favoreciendo el respeto por las convicciones de cada uno, se trata de descubrir y transmitir los valores éticos comunes, desterrando la intolerancia  hacia lo que ignoramos o no entendemos.

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