¿Qué es el pensamiento crítico, cómo desarrollarlo y para qué sirve?

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Wittgenstein decía que el mundo es
la totalidad de los hechos, no de las cosas.
El pensamiento crítico es una herramienta
útil para reflexionar, investigar, analizar, anticipar
y transformar esos hechos.

 

¿Qué es el pensamiento crítico? 

Pensar puede no ser suficiente cuando queremos comprender algo:  si procesamos cierta información, entendemos pero no necesariamente comprendemos. Cuando al pensamiento le añadimos la cualidad de ser crítico incrementamos la calidad del pensar. 

Las siguientes características identifican al pensamiento crítico:

Reflexionar a profundidad 

Pensar críticamente significa examinar detenidamente lo que se da por entendido, sometiendo las verdades absolutas a un re-análisis constante. 

Escepticismo

El pensamiento crítico implica una duda metódica que no debe confundirse, por ejemplo, con el nihilismo (que reniega de cualquier creencia), ni con el anarquismo (que se opone a toda forma de gobierno). No se trata de oponerse a todo, sino de un escepticismo prudente capaz de detectar las contradicciones, inconsistencias y falacias de algo que se considera verdadero sin examen previo. 

Argumentación

El pensamiento crítico es una herramienta para saber argumentar y contra-argumentar, eligiendo aquellas palabras que expresen mejor un razonamiento.

 

¿Cómo desarrollar el pensamiento crítico?

Como sucede en cualquier campo, para dominar una técnica se necesita ejercitarse en ella. 

Para hacer del pensamiento crítico un hábito puede comenzarse por observar lo que pensamos, lo que decimos, lo que hacemos, e –incluso- lo que damos a entender.  Demos 3 ejemplos para ilustrarlo:

  1. La claridad, la precisión y la profundidad son tan importantes en el pensar como en el decir. Si no podemos razonar encadenando argumentos lógicos en función de un propósito, tampoco seremos capaz de explicar nuestra posición (y muy probablemente acabemos transmitiendo algo diferente a lo que pretendíamos).
  2. El pensamiento crítico favorece el desarrollo de las destrezas cognitivas y metacognitivas. ¿Cuáles son esas destrezas? Si al aproximarnos a un objeto de conocimiento somos capaces de percibir, distinguir e identificar (primer nivel), para después clasificar, definir y describir (segundo nivel), facilitando el analizar, sintetizar y comparar (tercer nivel), para así interpretar, evaluar y conjeturar (cuarto nivel), pudiendo al final crear, representar, aplicar e incluso anticipar (quinto nivel) estaremos aplicando a plenitud un pensamiento crítico en el nivel cognitivo. Cada uno de estos verbos refieren operaciones psíquicas muy precisas que no se confunden en su especificidad. Pero si además podemos reflexionar críticamente sobre nuestros procesos de aprendizaje, conocimiento y estratificación del saber, estamos afinando destrezas metacognitivas.
  3. Cuando verificamos la calidad y veracidad de la información que recibimos, comparando datos distintos (y hasta opuestos) para formarnos un criterio propio, adoptamos una posición crítica. A esto se le llama saber omnilateral y se consigue poniendo en juego la multiplicidad de las aptitudes que cada uno tiene para expandir una experiencia de conocimiento que de otra manera sería muy limitada.
 

Aplicaciones prácticas del pensamiento crítico

En el entendido de que el pensamiento crítico examina los supuestos que se dan por hecho, demos 3 ejemplos:

  1. Supongamos, por ejemplo, que soy biólogo. La biología –dicen los diccionarios etimológicos– es la “ciencia de la vida”. Esta definición básica y restringida se da por hecho. Por lo tanto, la gente entiende que siendo biólogo soy un especialista en la materia. No obstante, si me preguntaran “qué es la vida”, ¿sería yo capaz de responder? No es una pregunta dirigida a un filósofo (que podría extenderse al infinito en su respuesta) sino al biólogo que soy, al científico experto en un tema concreto: la vida. La gente puede creer que soy especialista en la ciencia de la vida y que conozco mi disciplina. Puede suponer incluso que lo que es la vida. Pero realmente alguien –biólogo o no– ¿podría entender esa categoría conceptual  al punto de poder hacer que alguien la comprenda? Pues bien: en este breve párrafo está implicado el pensamiento crítico, porque distinguir entre creer, saber, conocer, suponer, entender y comprender es ya pensar críticamente. Si damos por hecho que todas esas palabras son equivalentes, es seguro que al responder a la pregunta mencionada sólo estaríamos dando una opinión. Y una opinión está muy lejos del saber científico que –aún sin poder responder lo que la vida es–, puede dar cabal cuenta de las características de  un ser vivo, de su evolución, de su origen, etc. Por lo tanto, se puede ser especialista en lo vivo aún cuando no sea posible colmar el sentido pleno del concepto vida. El pensamiento crítico hace posibles todos estos matices donde posiciones radicalmente distintas no sólo no se sobreponen sino que se enriquecen entre sí.
  2. Cuando decimos lo que pensamos y hacemos lo que decimos, somos congruentes. Cuando no decimos lo que pensamos y tampoco hacemos lo que decimos no somos consecuentes desde el punto de vista lógico. Pero también es verdad que en ciertas situaciones no es posible decir lo que pensamos (como sucede en los países donde se criminaliza la discrepancia). En ese caso, es lógico callar sin que eso implique no ser consecuente con lo que se piensa. En esos lugares donde no se puede hablar tampoco es fácil pasar del pensamiento al hacer, porque igual se penalizaría. ¿Qué tiene que ver el pensamiento crítico con todo esto? Mucho, porque analizar desde una perspectiva multilógica permite distinguir niveles varios de implicación. La óptica crítica propone una autonomía del pensamiento que determine la conexión entre lo razonado y sus posibles líneas de acción; dicho de otra manera: la actitud crítica busca que una lógica argumentativa (que no siempre puede ser dicha pero que siempre podrá ser pensada) se traduzca en una praxis específica. Así, el pensamiento crítico es un concepto expansivo que se traduce y concreta en una acción reflexiva.
  3. Un razonamiento crítico distingue entre lo relevante y lo urgente, entre lo estructural y lo lateral, entre las causas y sus efectos. Analicemos el último par, porque siendo el más obvio puede ser el más difícil de argumentar: cuando se encuentra a una persona mayor en el suelo con la cadera rota, es común pensar que la caída ha producido la fractura. Pero en muchas ocasiones es porque la cadera se fracturó que se produjo la caída. En este caso, la lógica que damos por hecho nos lleva a confundir la causa con el efecto. Tan lógico es que una caída produzca una fractura, como que una fractura se traduzca en una caída pero como estamos habituados a pensar la primera opción no consideramos la segunda. Una actitud crítica no discrimina entre todas las combinaciones posibles que impliquen antecedentes y consecuentes, porque ampliar las conjeturas multiplica y optimiza los  ángulos de visión de un hecho. Es por eso que el pensamiento crítico evita la racionalidad mecánica y el pensamiento unidimensional.
 

Conclusiones

  1. El pensamiento crítico es más vigoroso entre mayor sea el número de saberes implicados. 
  2. La multiplicidad de discursos que razonan un asunto concreto desde distintas ópticas, amplían las perspectivas de análisis. 
  3. Cualquier forma de prejuicio dificulta el balance transversal que facilitaría la resolución de un problema complejo. El diálogo entre diferentes disciplinas consolida la actitud crítica, posibilita lecturas sagitales y aporta enfoques multidimensionales. 
    La capacidad de reflexión aumenta a medida que la aproximación a un tema sea múltiple y creativa, si por creación se entiende ejercitar un pensamiento disruptivo que se distancie de los paradigmas preestablecidos. 

 

Alfonso Herrera

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