El factor Morenatti

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No me llames fotógrafo de guerra (2014). Dir. Esther Vergara. 70 min.

“No me llames fotógrafo de guerra”, pide Emilio Morenatti. Alude así a un documental donde él y otros colegas de profesión reclamaban lo mismo porque esa designación nunca abarcará lo que son y hacen.

¿”Fotoperiodista” es entonces lo pertinente? Tampoco. El periodismo se asocia a lo efímero, y el trabajo de Morenatti reclama cierta posteridad. Sus instantáneas condensan la realidad en un fajo de enunciaciones visuales que trascienden lo inmediato (al modo en que Georges Perec hizo con lo literario).

Con un ejercicio profesional de más de 30 años en los que ha cubierto conflictos armados en Oriente Medio, Afganistán, Pakistán y el norte de África para EFE y –desde 2003– para la agencia de noticias estadounidense The Associated Press (AP), este fotógrafo jerezano ganó el Premio Europeo de Fotografía Fujifilm (1995), recibió una mención de honor de World Press Photo en 2007, año en el que también fue considerado el mejor fotoperiodista en América por Pictures of the Year International  y por la National Press Photographers Association de Estados Unidos en 2010. Obtuvo el primer premio Fotopres (2009) por su trabajo sobre la violencia de género en Pakistán, y en 2010 fue finalista del premio Pulitzer por la cobertura de la guerra de Afganistán. Entre sus premios despuntan el Lucas Dolega (2011), el Ortega y Gasset, el  Godó de fotoperiodismo y el World Press Photo en dos ocasiones. Todo esto para decir que, como sucede con los fotógrafos de su clase, el CV de Morenatti apenas se distingue de su biografía. El premio Pulitzer obtenido en este 2021 lo corrobora.

La semiótica visual nos ha enseñado que al margen de la intención del fotógrafo al hacer (no “tomar”) sus fotografías, y más allá de lo que se interprete de ellas, es la intención de la obra misma la que nos reclama en calidad de testigos. La contundencia de las imágenes de Morenatti no admite su traducción a lo verbal (la écfrasis es imposible, dictaminan los entendidos). Y porque aquello que no se puede decir se puede mostrar, en el obturador de este espléndido fotógrafo un latigazo de luz deviene reflexión visual.

Alfonso Herrera

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