El alma de la guitarra. Apperley
Respeto a lo muertos; incluso cuando están vivos.
Emmanuil Roídis
Exhumación virtual
El deepfake es el hijo natural de las fake news y el deep learning. Se trata de una técnica de inteligencia artificial que aprovecha uno de los tantos beneficios de implementar algoritmos de redes generativas antagónicas (RGAs; Generative Adversal Network). La reconstrucción digital deepfake permite la exhumación virtual de cualquier persona ya fallecida, o la configuración facial de una persona inexistente (Human Image Synthesis Technology).
Así las cosas, no importa qué rostro se despliegue en la imagen que está a tu derecha. Estarás viendo a una persona –en apariencia común y corriente–; lo único extraordinario es que se trata de alguien que no existe ni ha existido, salvo en la realidad virtual del algoritmo que la genera.
Es así como la inteligencia artificial ha migrado de la posibilidad de crear gente falsa a generar modelos virtuales de gente real.
Sujetos digitales
Eugenia Kuyda brindó inmortalidad digital a Roman Mazurenko, un amigo muerto en 2015. Con la ayuda de 10,000 textos de Mazurenko, Kuyda creó un sujeto digital que reproduce el estilo de hablar, los tonos y maneras del fallecido, al grado que ni en vida –dice Eugenia– trató con Roman los temas abordados vía chatbot .
De hecho, cualquiera puede hablar con Mazurenko hoy día: basta con dirigirse a la App Store.
La ciencia ficción (Borges invitaba a traducir correctamente diciendo “ficción científica”), debería llamarse con justeza –como sucede en España– “ciencia de anticipación”. Eugenia Kuyda no ha hecho sino realizar (y monetizar) lo que el capítulo de Black Mirror titulado Be Right Back prefiguraba:
Tim O´Brien, quien preside en Microsoft AI, Ethics, and Effects in Engineering and Research Commitee, ha comentado sobre la tecnología para hablar con los fenecidos (chatbots) que es inquietante (perturbador, preocupante).
Tecnología y ética en ristre.
I'm looking into this - appln date (Apr. 2017) predates the AI ethics reviews we do today (I sit on the panel), and I'm not aware of any plan to build/ship (and yes, it's disturbing)
Tim O'Brien Tweet
Testamentos digitales
¿Tiene derecho a la privacidad un fallecido? Depende de lo que su testamento digital determine en lo relativo a sus datos personales. En el caso de los intestados digitales, son sus supérsitites los que podrían reclamar el derecho de supresión a los oligopolios digitales que administran sus grabaciones, fotos, videos o mensajes escritos. Es decir, la identidad online también puede protegerse mediante una voluntad última que prohíba ser devuelto a la vida digital.
Desde el punto de vista jurídico, “los chatbots conversacionales con personas fallecidas implican un nivel de riesgo ‘limitado’, lo que significa que quienes utilicen este tipo de inteligencia artificial deben garantizar que los usuarios son conscientes de que están interactuando con máquinas. El mismo nivel de riesgo se aplica a los deepfakes, es decir, a los vídeos manipulados mediante inteligencia artificial que parecen ser reales. Entre ellos destacan los que reviven a personas fallecidas, lo que hacen aplicaciones como Deep Nostalgia o Wombo” (Marcelino Abad Ramón. El País, 13 de agosto del 2021.)
En algunos países existe la ley de las voluntades digitales que regula la impronta que una persona dejó en la red, con el fin de proteger –aún muerta- su derecho al honor o al olvido.
La Faraona rediviva
¿Cómo es que un deepfake –para seguir con los anglicismos– deviene statement? Es el caso de María Dolores Flores Ruiz que al ritmo de La Emboscada (L’ambôccá) de Califato ¾, reivindica el acento andaluz anunciando la cerveza Cruzcampo.
Con 5,000 imágenes extraídas de innumerables horas de visionado, con la voz de Lolita Flores, la Agencia Ogilvy y Productora Metropolitana posibilitaron la resurrección digital de La Faraona a 27 años de su muerte.
Tildar por el acento
La declaración política ahí enunciada trasciende con mucho el anuncio de una cerveza. Alternando el poderío de María José Llergo en eco visual con El alma de la guitarra de Apperley, Califato ¾ reivindica en este minuto de intervención audiovisual “la historia andaluza, su algarabía sociocultural presente desde el siglo VI, que ha sido amputada de nuestra historia, excluyendo y marginando al pueblo negro, gitano, musulmán y judío. El Califato es nuestra mezcla y nuestra memoria”.
Ser andaluz
Lo que le hacen reivindicar a Lola Flores en este anuncio es el acento, asociado a un tesoro- raíz que se debe preservar. Y así como la tilde diacrítica diferencia palabras homógrafas con distinto significado, el acento en el habla marca las diferencias regionales que cohabitan en una lengua. Y esa diacriticidad –propone el anuncio– es la que no debería perderse.
El acento andaluz encuerpa una condición distintiva que ha sido objeto de acoso mediático,[1] buleo histórico [2] y glotofobia política [3], en flagrante discriminación a la variedad lingüística. [4] Antonio Manuel Rodríguez (autor de obras sobre el lenguaje flamenco y la memoria morisca), razona el asunto con perspectiva histórica: “Hablamos así no porque el andaluz sea una evolución del castellano. Nuestra forma de hablar contiene palabras que son sonidos prebéticos. Lo que hizo la Bética fue simplemente adaptarlas fonéticamente. Al romanizarse, nuestro pueblo no perdió los elementos sonoros de los pueblos anteriores; cuando se arabiza no pierde los sonidos del romance; y cuando se castellaniza no pierde los sonidos andalusíes. Esa continuidad está plagada de huellas en el andaluz”. [5] Juan Carlos Moreno Cabrera lo explica de esta manera: “Creemos hablar la lengua española y cuando oímos a un andaluz o a un extremeño pensamos que ellos hablan un dialecto del español. Nada hay más falso. Tanto ellos como nosotros hablamos dialectos. Nadie habla la lengua española”.
[6] Si el acento se define como el conjunto de las particularidades fonéticas, rítmicas y melódicas que caracterizan un habla determinada, la cadencia andaluza es tan legítima como cualquier otra. Y si hay necesidad de aclararlo es porque el tesoro significante de los vencidos siempre es degradado –cuando no suprimido– en el relato de los vencedores. Es evidente que la lengua autoproclamada dominante sólo es una variedad lingüística sometiendo a otras. Se trata –simple y llanamente– de una ideología diglósica que fundamenta y vectoriza el ejercicio de un poder político.
El desenlace es de sobra conocido: el matonismo de las supremacías no puede ignorar que erigirse en norma anuncia, garantiza y alienta el asedio de las anomalías.
Alfonso Herrera
NOTAS
[1] https://www.lenguayprensa.uma.es/documentos/tmfleticia.pdf
[2] https://repositori.upf.edu/bitstream/handle/10230/33952/Garcia_2017.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[3] https://andaluzadelalengua.files.wordpress.com/2020/05/manifiesto_andaluz.pdf
[4] V. el muy importante trabajo de Ígor Rodríguez Iglesias, I. (2020). La lógica de inferiorización de las variedades lingüísticas no dominantes. El caso paradigmático del andaluz. Un estudio desde la sociolingüística crítica y la perspectiva decolonial (Tesis doctoral). Universidad de Huelva. http://hdl.handle.net/10272/16988. Véase asimismo: https://www.extrarradiosocial.com/l/articulo-andaluz-el-habla-de-los-conquistados/
[5] https://www.publico.es/sociedad/prejuicio-no-cesa-andaluz.html
[6]Juan Carlos Moreno Cabrera. La dignidad e igualdad de las lenguas. Crítica de la discriminación lingüística [2000], Madrid, Alianza Editorial, 2016.